“Los conceptos jurídicos, las propias palabras no alcanzan frente a la fría realidad de los cuerpos, la cal viva y las fosas, en Málaga y en todos los demás lugares de España; las cifras tampoco son suficientes; ni las estremecedoras cifras de Málaga, ni las de otros lugares, ni las de el conjunto de todos éstos y todas las fosas clandestinas que aún restan por exhumar, los ‘niños perdidos’ que aún restan por encontrar.”
EN EL PAIS DE LOS NIÑOS PERDIDOS
Esto es parte de un amplio artículo, que al hilo de las imágenes de las fosas descubiertas en Málaga, requiere al jefe de estado explicaciones. Si, exigir con pleno derecho, al jefe de estado explicaciones, de cómo conoció, consintió y amparo a numerosos criminales y genocidas, sin ningún reparo, sin inmutarse ante semejantes personajes, sin posicionarse, aunque su silencio siempre ha dejado bien claro donde deposita sus simpatías, ante una de las épocas más oscuras del pueblo español.
Un jefe de estado, al que cada vez menos reconocen como tal y que muchos de nosotros ni siquiera escogimos y se nos niega decicidir si lo queremos, esas son las virtudes de esta nuestra democracia.
Al actual jefe de estado le vino de perlas el golpe de estado franquista, que con el tiempo volvería a instalarle en el trono, abandonado a la carrera por su abuelo y ya para terminar de acomodarse en él con total tranquilidad, llego la larga y todavía duradera transición, que dio el cargo de jefe de estado a quien prometió fidelidad al movimiento nacional franquista, que recordando la imagen de los tres monos, nos tapo ojos, oídos y boca.
Así el actual jefe de estado, por imposición, supo agradecer, en su día y a lo largo de los años, a quienes le colocaron en tan cómoda y fructífera posición, repartiendo entre los mismos títulos y “grandes de España”, desplegando de esta forma a su alrededor a la privilegiada clase aristocrática que lo sostiene y ampara en volandas.
Ánimo a esta y a todas las valientes iniciativas que permitan de una vez por todas que la sociedad consiga quitarse la venda de los ojos para ver que la cara “real” no es la que nos quieren hacer creer, que abramos las orejas para escuchar los lamentos que todavía salen de las miles de fosas de este país y darles la justicia que se merecen y sobre todo hablar, contar y gritar la historia completa y las circunstancias reales, sin miedo ni vergüenza.
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